Fermín Cacho, the one
Decir Fermín Cacho en Ágreda a personas que ya tenemos una cierta edad, es evocar unos momentos históricos que vivimos en nuestro pasado más próximo. Recordar sobre todo aquella final de 1500 en las olimpiadas de Barcelona.
El ayuntamiento tiró la casa por la ventana y puso una pantalla gigante en la Plaza Mayor para poder presenciar la carrera. Hubo un error de cálculo ya que la pantalla se instaló por la mañana y por la tarde a la hora de la carrera el sol cambió. Resultó que con el sol de pleno sobre la pantalla no se veía nada de nada. Pero bueno, cuando llegó la hora todos ocupamos posiciones en los bares de la plaza.
Ni que decir tiene que no estuvimos todos, porque hubo muchos que estaban en directo. Una final olímpica en la que corre un agredeño no se ve todos los días. Pero los que nos quedamos en el pueblo no hicimos menos ruido. Seguro que no se nos oyó tanto, pero el aliento contínuo no le faltó a Fermín.
Ya no recordaba de la carrera mas que esa última curva que nos subió a todos las pulsaciones hasta el límite. Todos esperábamos lo mejor pero creo que nadie esperaba el oro. Aun ahora al volverla a ver se me ponen los pelos de punta.
Los mayores enloquecidos, los niños ensimismados contemplándolo todo y celebrándolo. La charanga sin parar.
Las paredes de la Plaza Mayor siguen hoy todavía impregnadas de aquel singular e irrepetible acontecimiento del que un agredeño fue culpable. Que en aquellos 3 minutos y pico nos dió un vuelco el corazón. Si no colapsó entonces, creo que tenemos corazón para rato, fue una dura prueba.
Aquel culpable debe ser recordado en la memoria colectiva de un pueblo. Nuestro pueblo, Ágreda, que cada año honra aquella gesta rememorando la histórica carrera con una prueba popular conmemorativa.
Vaya desde aquí mi reconocimiento y admiración personal para Fermín Cacho al que se recordará por mucho tiempo y creo que no sólo en Ágreda.